Con el envejecimiento la cara sufre la caída y pérdida de volumen del tercio medio, zona que corresponde principalmente a las mejillas.
Esto se debe al desgaste óseo, disminución del tejido graso y al adelgazamiento y perdidas de elasticidad de la piel. Lo anterior se refleja en la aparición de pliegues y arrugas, tales como el surco nasolagrimal, nasogeniano, líneas de marioneta y jowl (acumulación de grasa en el borde mandibular) y en el cuello se manifiesta por la aparición de la papada.
La cirugía de rejuvenecimiento facial tiene como objetivo volver los tejidos a su posición y restaurar el volumen perdido. Para esto se realiza un corte en la piel, que se esconde detrás de la oreja, y que va a generar una cicatriz imperceptible.
Se levanta la piel, se reposicionan los tejidos profundos, devolviendo el volumen a las mejillas, eliminando los surcos y definiendo el reborde mandibular. Posterior a esto se recorta la piel sobrante.
Obtiene su mejor resultado cuando se realiza entre los 50 y 60 años, logrando rejuvenecer aproximadamente 10 años en apariencia.
Después de los 60 años la cirugía no tiene un resultado óptimo por lo tanto la piel del paciente “rejuvenece” menos años.